Thursday, January 17, 2008

¿Casualidad?

Esta mañana, mientras revisaba mi buzón de correo, encontré un mensaje que llamó mi atención: era un sobre de carta corriente, mas no habia remitente ni destinatario. Al abrirlo, sólo encuentré un papel blanco con la palabra AHORA, escrita en grandes letras negras.

Y eso me hizo pensar: ¿será que el mensaje iba destinado a otra persona; pero fue dejado delante de mi puerta, por error o es que pertenezco a alguna orgazación secreta, de la que nunca escuché antes?.

Yo no he solicitado nada últimamente y sinceramente, no sé qué carajo significa el mensaje; pero asusta.

Manuscrito Aún No Clasificado

Sintiendo que el mareo le nubla bastante la vista, el hombre hace un tremendo esfuerzo y escribe. No conoce las palabras que salen de su pluma, ni nunca antes las ha encontrado en sus numerosos estudios; pero esta vez, actua como si le fueran familiares y raramente levanta la pluma del cuaderno. A veces, junto a las palabras, coloca pequeños diseños y en otros casos, los dibujos son realmente enormes y ocupan casi toda una página...



¿Cómo supo el desconocido del fuerte dolor, que siente a veces en el pecho, cuando ni siquiera a su asistente se lo ha confiado?.... Es curioso - se dijo a si mismo - se lo preguntaré la próxima vez que lo vea...



2



-¿Le sucede algo, Señor Doctor?.

- Estoy bien, Adela. Gracias.

- ¡Qué bueno!, porque cuando regresé del mercado, me pareció escuchar ruidos extraños, que venian de su habitación...



3



Fatigado y hambriento, el hombre escribe la última palabra de la historia y cierra el cuaderno; pero no firma con su nombre, porque prometió al desconocido nunca revelar el secreto. Si alguna vez, alguien le menciona el manuscrito, responderá que llegó a sus manos a través de un exótico familiar ya fallecido...

Con un toque de luz

Maese Leonardo Da Vinci observa con detenimiento la enorme pared en blanco, del nuevo refectorio que se construye en el convento de Santa Maria de La Gracia, a pocos metros del castillo de Los Sforza.

Hace unos dias, El Duque de Milán decidió convertir la iglesia, en el lugar en que reposarán los restos de su familia y comisionó al maestro Leonardo, para que pintase en una de sus paredes, la escena donde Jesús de Nazareth se reunió a comer con sus discipulos, la noche antes de la Pascua Judia, episodio que hoy conocemos como La Santa Cena. El mismo tema ha sido usado por otros pintores de la época; pero Leonardo confia tanto en si mismo, que está seguro que producirá algo diferente.

El Maestro observa la pared con ojos de experto y poco a poco, dibuja en su mente cada uno de los personajes, que incluirá en la pintura. Posiblemente, no le gusta mucho el tema que le fue asignado; pero sabe que esta vez debe cumplir la orden del Moro, aunque si pone un par de mensajes ocultos dentro de la obra, de seguro pasarán inadvertidos y solamente quien conozca de su presencia, los podrá ver.

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Mucho tiempo después, un grupo de estudiosos analiza cómo restaurar la colosal pintura que el Maestro Leonardo dejó en aquella pared.

Aunque hay grandes manchas de humedad, que dificultan mucho ver la escena alli reflejada por el artista, aún puede apreciarse grandes trozos de esta y la genialidad de la obra maravilla a todos.

A un lado del grupo de científicos, hay una gran mesa de madera inclinada, donde han dejado los dibujos que usaron para reproducir mecánicamente la obra.

Entonces, sucede algo que nadie pensó: un minúsculo rayo de sol entra por una de las ventanas y acaricia un fragmento del dibujo original; pero también ilumina parte de una de las reproducciones, que por accidente fue colocada mirando hacia el cuadro. Esto sólo sucede unos segundos, pues alguien mueve luego la mesa y la luz es desviada hacia otro sitio; pero es lo suficiente para que uno de los ingenieros se quede pensando en lo que cree haber visto.