Wednesday, August 15, 2007

Fragmentos del libro Alguien Pasó

Palabras Introductorias



Buenas Noches,


He reunido aquí varias de las notas que el desaparecido Profesor Raksus coleccionó durante años, con la idea de que fueran finalmente publicadas en forma de libro.


El trabajo de preparar cada una de ellas fue lento y por desgracia, hubo algunas que debieron quedar fuera del texto final, pues o estaban escritas en lenguas desconocidas - al menos, para mi y para los que me asistieron en esta empresa-, o eran sólo fragmentos escritos de prisa y en la caligrafía muy personal del Profesor, lo que las hace completamente ininteligibles, para quien no conozca la clave de ese sistema de escritura.


Otra de las cosas que demoró la labor de edición, fue que la gran mayoría de las notas estaba escrita a mano, pues el Profesor se rehusaba a utilizar la moderna computadora, que habia sido instalada en su estudio y prefería escribir con lápiz o bolígrafo y sobre cualquier pedazo de papel que tuviera a mano.


De varios es conocido, que el Profesor desapareció mientras realizaba uno de sus habituales paseos y que sólo nos dimos cuenta de su ausencia, al no presentarse al Club de Profesores, lugar que frecuentaba diariamente y del que es uno de los socios fundadores.


Mucho se ha especulado sobre su desaparición y algunos hasta han dicho que fue secuestrado y que los raptores reclamaron una fuerte suma de dinero por él. Cosa que negamos rotundamente; pues existen dudas de que haya habido tal secuestro, al no haberse reclamado recompensa alguna, hasta el momento. Y si se produjo el mencionado hecho, de poco sirvió, pues el Profesor no poseía fortuna personal, viviendo solamente del sueldo que recibía cada mes, en reconocimiento a sus largos años como investigador y linguista, ni tenia tampoco ya familia, por haber perdido a su esposa e hijo, durante La Guerra.


Así que no nos queda otra opción que definir su ausencia como un verdadero misterio. Y ya, sin otro preambulo, les presento las notas recogidas por el profesor Raksus, que pudieron ser rescatadas por nosotros.



Muchas gracias.



Dr. P. D' Ombrossio




*****

"Yacía en la playa. Sus ojos estaban cerrados y el cabello era claro. A través de la camisa rota, podía verse una espalda fuerte y musculosa..." .

Esto escribió en su tablilla el joven aprendiz, relatando la primera vez que vió al desconocido, sin remotamente imaginar, que la misma historia seria contada luego muchas veces, por otros escritores y en innumerables lenguas diferentes.

*****


Mientras conducia su auto por aquella estrecha y poco transitada carretera, sintió un agudo dolor en el pecho. Comenzó a sudar frio, a pesar de que la calefacción del auto corria al máximo, pues había bastante frio afuera, y el auto era frecuentemente mecido por las frias ráfagas de helado viento, que mordían la zona.

Su vista comenzó a nublarse y decidió entonces, detener el auto. Pisó el pedal del freno con fuerza y el auto se detuvo. El dolor continuaba. Estaba solo y no tenia a la mano ningún teléfono celular, para pedir ayuda. Además, no hablaba muy bien el idioma del país. Se sentia solo, abandonado, pequeño e indefenso.

Recordó entonces que hacia años, habia sentido un dolor muy similar y que le habian hecho varias pruebas, pero que nunca se supo realmente qué cosa podia haber originado ese dolor. Recordó tambien que su médico, le indicó que tomara unas pildoras, pero él realmente sólo las tomaba en algunas ocasiones y terminó por olvidarse por completo de ellas.

" Quizás ahora me ayudarían ", pensó por unos segundos.

El dolor continuaba agudizándose y su vista se hacia cada vez más borrosa. Comenzó a delirar...

Estaba tendido en un campo, muy parecido al que le rodeaba, pero era verano y sentía calor en sus brazos. Extrañas ropas cubrian su cuerpo y a su lado habia una corta espada.

" Genial, ahora soy un soldado "

" Pero dónde estoy? "

Continuó examinando lenta y dificultosamente su cuerpo. Era robusto y parecia algo más joven. Sintió firmes los músculos de piernas y brazos, aunque algo le decia que pronto iba a morir...

Entonces, su vista volvió a ponerse borrosa. Recuperó el conocimiento, en su auto, solo, había nuevamente frio a su alrededor, y se escuchaba el zumbido familiar de la calefacción del auto. El dolor del pecho habia desaparecido. Arrancó el motor y comenzó a alejarse de aquel lugar, sin entender mucho de lo que habia sucedido alli mismo, siglos atrás.

*****


Se habia quedado a solas en su habitación. Laura no volvería hasta tarde; pero no habia nada interesante en la TV, ni tenia una computadora a mano. Entonces cogió un libro al azar de la pequeña biblioteca, que habia empezado a formar tiempo atras y que aun conservaba como una obra inconclusa. Comenzó a leer; pero la historia no era muy de su agrado y el lenguaje del autor le parecia tan pesado, que no tardó en quedarse dormido.


Despertó. Se encontraba en un lugar desconocido. Era como un campo. No se escuchaba el canto cercano de ningún ave; pero no estaba completamente en silencio, porque habia cierto sonido sordo en aquel lugar. Estaba casi a oscuras y con cierta dificultad, se incorporó. Comenzo a caminar, en dirección al sonido. Ahora habia más luz y el sonido era más fuerte, parecia como un canto, aunque no entendia el idioma en que era interpretado. Habia muy pocos árboles a su alrededor. Continuó avanzando. De pronto, el terreno cambió bruscamente y a punto estuvo de caer al vacio; pero se agarró con todas sus fuerzas, a las ramas de un árbol, que crecia justo en el borde del precipicio.

Unos metros más abajo se celebraba una especie de ritual. Habia cantos, música y gente con muy poca ropa. En el centro, podia verse una especie de altar de piedra, pintado en su mayor parte de color oscuro. Muy cerca del altar, se veian varias figuras, con extraños vestuarios; pero se destacaba entre ellas, un imponente señor que sostenia entre sus manos, un grueso bastón también oscuro, adornado con tozcas figuras y muchas plumas.

De pronto, desde una pequeña cueva, a la derecha del altar, salió un hombre joven con la cabeza totalmente rapada, quien dijo unas pocas palabras incomprensibles y minutos después, salieron otros dos secuaces, arrastrando a una joven doncella vestida con ropas blancas y muy adornada.


A una señal del hombre que portaba el bastón, la joven fue tendida de espaldas sobre el altar y sus muñecas atadas con recias cuerdas. Entonces el sacerdote se acercó y con gesto brusco, rompió los vestidos de la muchacha, dejándola completamente desnuda, a la vista de todos.


Se detuvo la música y durante varios segundos, ni uno solo de los presentes dijo palabra. Podian escucharse los sollozos de la muchacha y el entrecortado zumbido de su agitada respiración...


II


Entonces, el hombre volvió en si. Se encontraba de nuevo en su apartamento y desde la cocina, se escuchaba la hermosa voz de Laura, que tatareaba para si misma, una melodía de moda.


*****

Nadie sabe quién soy en este lugar. Nadie sabe que he vivido mucho tiempo, rodeado de tantos y tantos recuerdos, que nunca antes habia puesto por escrito. Pero ahora les voy a contar uno de ellos. Aunque no pueda probar lo que digo, porque quizá muchos de los que estaban presentes, ya están reposando junto a sus antepasados. Les cuento entonces:


Yo era muy joven, apenas tenía poco más de veinte años y me encontraba visitando a unos familiares, que por ese tiempo vivian en Jerusalém. La ciudad estaba bajo la humillante ocupación de los Romanos, aunque algo del poder aún estaba en las manos de las autoridades judias. Era el tiempo de la Pascua y como de costumbre, habia bastante agitación por todos lados, aunque también se sentia algo raro en el aire, como si una gran tormenta estuviera a punto de estallar.


Recuerdo que ese dia, mientras caminaba por las estrechas y polvorientas calles de la ciudad, me vi empujado, por un montón de gente hasta una calle algo más ancha, donde un grupo de soldados, escoltaba a tres prisioneros, que cargaban grandes maderos en sus hombros.

Me acuerdo en especial de uno de ellos, que estaba muy ensangrentado y caminaba con tremenda dificultad, mas no se quejaba, cuando los soldados lo golpeaban muchas veces, cada vez que caía al piso. Al pasar enfrente de donde me encontraba nuevamente cayó y el soldado, que iba al frente de la partida, lo miró por un momento y entonces, se volvió hacia la muchedumbre.


Yo estaba muy cerca y pude sentir su aliento rancio, cuando me dijo:


- Tú, vén y ayudalo.


Yo no quería moverme, pero como ví que comenzó a sacar su espada, me adelanté para ayudar al herido.


Otras personas levantaron trabajosamente la viga y la coloraron sobre nosotros.


El prisionero me miró fijamente entonces, pero no dijo nada.


****

Han pasado muchos años, mas aún recuerdo aquel episodio de mi juventud, cuando junto con un grupo de hombres, avanzabamos trabajosamente por aquel lugar, encadenadenados unos a otros y custodiados por varios soldados enemigos. Era verano y habia mucho calor. Uno de nosotros, cuyo nombre no consigo recordar ahora, creo que pertenecia a una distinguida familia o algo así, le pidió un poco de agua al soldado más cercano; pero este se negó, diciendo que no se podia beber y luego, insolentemente, rompió en pedazos el único vaso que teniamos.

Recuerdo que cerca de nosotros, habia un grupo de hombres, que conversaban animadamente entre ellos y que uno de estos se acercó, trayendo en las manos, un pequeño cuenco de madera, que parecia recién hecho.

Entonces, el soldado quiso enfrentársele; pero el desconocido solamente lo miró, en silencio y el soldado, confundido, se apartó del camino.

El desconocido habló entonces, con voz firme:

"Bebe, buen hombre"...

*****

Mientras el rey se encontraba a solas en su habitación, después del aburrido festín diario, se le acercó por la espalda, un misterioso sujeto, y lo atacó con su puñal, hiriéndolo muchas veces.

A los gritos del herido monarca, acudieron dos soldados de su escolta, que esa noche montaban guardia frente a la cámara real; pero el asesino huyó por una ventana abierta, echándose a volar, como pájaro.


Yo lo ví todo, desde donde me encontraba; pero no pude hacer nada para impedirlo, pues en ese tiempo, yo era tan sólo una simple estatua de adorno, dejada allí, por una mano desconocida.

*****